Por Raymundo René Rivas Cáceres, fundador de Salud Desde la Tierra
Introducción: Agua que da vida… y muerte
Desde tiempos ancestrales, los ríos han sido fuente de vida, cultura y medicina. Pero ¿qué ocurre cuando ese río es envenenado? ¿Qué pasa cuando las aguas que riegan nuestros cultivos y calman nuestra sed se vuelven portadoras de metales pesados? Esta no es una pregunta hipotética: es una realidad que viven miles de familias en Sonora, y cuya historia comienza en lo alto de la Sierra Madre Occidental, en el estado de Chihuahua .
Un derrame que lo cambió todo
El 6 de agosto de 2014, ocurrió uno de los peores desastres ambientales en la historia reciente de México. Más de 40,000 m³ de lixiviados tóxicos fueron vertidos desde la mina Buena Vista del Cobre (Grupo México) al río Sonora.
Esta mezcla letal contenía:
18.4 toneladas de aluminio
43.2 toneladas de manganeso
4.5 toneladas de cobre
3.9 toneladas de hierro Y peligrosos niveles de arsénico, plomo, cadmio y níquel, entre otros .
Durante meses, decenas de comunidades fueron privadas de agua potable. Las afectaciones no se limitaron a la salud humana: se impactó la agricultura, la ganadería y, especialmente, la vida de los pueblos indígenas como los Yaquis, quienes mantienen una profunda conexión espiritual y cultural con el río.
¿Dónde están las autoridades?
A pesar de la gravedad, la respuesta institucional fue insuficiente. Aunque se prometió un fideicomiso de 2 mil millones de pesos para remediación, solo se ejerció poco más de la mitad . Mientras tanto, Grupo México ha argumentado que no existen pruebas concluyentes de daños fatales para evadir su responsabilidad ambiental.
La COFEPRIS confirmó en 2020 que los pozos siguen contaminados con arsénico y plomo, y que muchos habitantes siguen consumiendo esa agua en sus hogares . Sin embargo, la NOM-127-SSA1-1994, norma oficial mexicana para el agua potable, sigue permitiendo niveles de metales que superan hasta cinco veces los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) .
¿Qué significa esto para nuestra salud?
Desde la trinchera de la salud natural, como operador de Salud Desde la Tierra, he sido testigo del impacto profundo que tiene el agua contaminada en nuestros cuerpos: desbalances hormonales, enfermedades digestivas, daños neurológicos, enfermedades crónicas y más.
Y es por eso que la lucha por el agua limpia también es una lucha por la salud integral. Cuando el agua deja de ser un recurso confiable, la medicina natural no basta: necesitamos soluciones estructurales, justicia ambiental y una ciudadanía informada.
El rol de la comunidad y la salud natural
En Salud Desde la Tierra creemos que la naturaleza ofrece poderosas herramientas de sanación, pero también creemos que esa naturaleza debe ser protegida. La contaminación del río Sonora no solo es una tragedia ecológica, sino también una alerta ética: debemos cuidar lo que nos da vida.
Desde nuestras prácticas, fomentamos el uso de productos naturales para fortalecer el sistema inmunológico, desintoxicar el cuerpo y prevenir enfermedades crónicas. Pero esto solo es posible si el entorno también nos apoya.
Conclusión: Un llamado a sanar el río y la tierra
A más de diez años del derrame, el río Sonora sigue enfermo, y con él, miles de personas. La lucha por justicia ambiental no ha terminado. Como comunidad, como productores locales, como herederos de una medicina ancestral, no podemos ignorar lo que está en juego.
Debemos exigir transparencia, monitoreos independientes, y estándares de agua más estrictos. Y sobre todo, debemos reconocer que el bienestar de la tierra y nuestra salud están profundamente entrelazados.
Raymundo René Rivas Cáceres
Investigador, promotor de la salud natural, fundador de Salud Desde la Tierra.

